Marcelo 2024, por Carlos Gershenson

En octubre escribí sobre las posibilidades de Claudia Sheinbaum de ser la primera presidenta de México en 2024. La situación con la oposición no ha cambiado mucho. De hecho, después de las elecciones en seis estados y diversos escándalos, se ve todavía más difícil que alguien pueda aspirar a vencer al régimen morenista.

Sin embargo, la situación dentro de Morena sí ha cambiado. En una encuesta de Reforma, nuestro canciller Marcelo Ebrard se encontró en empate técnico con la jefa de Gobierno capitalina. Ambos tienen poco más de dos millones de seguidores en Twitter. El secretario de Gobernación, Adán Augusto López, hasta el momento parece que sólo está para acompañar a la terna (menos de cien mil seguidores en Twitter), aunque también se empiezan a barajear precandidat@s para las gubernaturas del Estado de México (2023) y de la Ciudad de México (2024).

Marcelo ha tenido un buen papel como canciller, con lo cual ha recuperado algo de la popularidad perdida después de los diversos problemas con la Línea 12 del Metro. Sería difícil comparar objetivamente su gestión como jefe de Gobierno con la de Claudia Sheinbaum. Ambos han tenido aciertos y también aspectos criticables. Pero como hemos visto con AMLO, es muy diferente gobernar la capital y gobernar el país. No obstante, en eventos recientes en Toluca y Guadalajara, Marcelo ha dejado en claro que busca ir por “la grande”.

Entonces, podríamos preguntarnos si Marcelo tendría la capacidad de gobernar el país mejor que Claudia. Es una pregunta muy relevante, pero creo que es casi imposible de responder. Una sola persona difícilmente implicaría cambios importantes, dada la inercia política, económica y social de nuestro país en un contexto global. La mayoría de las situaciones y problemas que tendremos que enfrentar serán ajenos a las decisiones que se tomen en Palacio Nacional. Es cierto que distintos gobernantes ofrecerán matices que tendrán consecuencias importantes. No quiero sugerir que da igual quién ocupe la Presidencia. Quiero remarcar que las circunstancias serán más determinantes que si seguiremos teniendo o no mañaneras en 2024.

Se ha anunciado que Morena decidirá a su candidat@ presidencial por votación dentro de un año. Sin embargo, más que las acciones individuales, pesará mucho si AMLO favorece a cualquier precandidat@. También está el riesgo de que la competencia interna podría ser contraproducente para quien termine elegid@, si la campaña de precandidat@s pasa de las propuestas a los ataques. Finalmente, estamos asumiendo que el INE no imponga sanciones a nadie por andar haciendo campañas antes de tiempo.

Si aceptamos que AMLO pesará en la elección, podríamos suponer que un punto clave sería evaluar quién podría darle una mejor continuidad a la 4T. También se ha especulado sobre la posibilidad de un nuevo Maximato. Si fuese el caso, tal vez la Presidencia sería ocupada por quien aparente ser más Portes Gil y menos Cárdenas.

La democracia es un concurso de popularidad. Importa más la simpatía que la capacidad. Aunque en muchos casos, vale más la no-antipatía que la simpatía, ya que much@s ciudadan@s votan en contra, no a favor.

En este contexto, Marcelo enfrenta una tarea complicada, ya que al mismo tiempo que tendrá que seguir navegando las tormentosas relaciones internacionales, deberá reclutar más simpatizantes que Claudia y simultáneamente no caer de la gracia de AMLO, siendo lo suficientemente prudente para no ser descalificado por el INE. Tal vez lo más difícil será convencer de que podrá darle continuidad a la 4T pero al mismo tiempo resolver los problemas que la 4T no ha podido resolver. ¿Contradictorio? Por supuesto, pero es México, ¡sí se puede!

Idealmente, nuestr@ próxim@ president@ debería de reducir la división social que ha aumentado en México en el presente sexenio. No sólo están pendientes graves problemas económicos, sociales y de seguridad. AMLO ha generado aversión en un sector importante de ex-simpatizantes. La oposición no está ofreciendo una alternativa viable. En teoría, no habría necesidad de Morena de conciliación, de todos modos ganarían la elección. Pero la meta no debería de ser la Presidencia, sino el beneficio del país. ¿Cómo se podrían resolver los grandes problemas nacionales si no es con la cooperación de todos los sectores?

Por Carlos Gershenson, Periódico Reforma, 21 de junio del 2022

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