Nuestra obligación con la Policía, por Luis Wertman Zaslav

Con la enorme responsabilidad de cuidarnos, cuidar a nuestras familias y a nuestro patrimonio, las y los buenos policías de la Ciudad de México cumplen una tarea en condiciones de reconocimiento que no son equivalentes al riesgo que corren por todos nosotros a diario. Tenemos una deuda -y la obligación- de revalorar a las y los buenos policías, que son la mayoría en la Secretaría de Seguridad Ciudadana, para que juntos podamos cerrarle el paso al crimen, ese mismo que ayer atentó en contra del secretario Omar García Harfuch, un eficiente y capaz profesional que se ganó en poco tiempo el reconocimiento de la sociedad capitalina, con un brutal, pero calculado operativo para quitarle la vida en pleno Reforma-Lomas.

Si la violencia desplegada en contra de la Policía y los ciudadanos es un indicador del daño que se produce al gran negocio que es la delincuencia, entonces el cobarde ataque al Jefe de la Policía capitalina demuestra que su labor estaba dando resultados que debían ser detenidos a toda costa.

La oportuna reacción de sus mismos integrantes, las y los policías, evitó un escenario peor, aunque tristemente se pierden las vidas de dos elementos de la corporación y de una joven mujer que quedó atrapada con su familia en el fuego cruzado. También gracias a ese entrenamiento y coordinación, se detuvieron a 19 implicados, que seguramente pertenecen a un grupo encargado de estas atroces tareas del lado de lado de quienes han prosperado a través del delito. No ha sido el primer atentado que ocurre, y deseo que sea el último, pero para lograrlo urge que ciudadanía e instituciones vayan de la mano en el rechazo a la violencia, la denuncia de crímenes y las garantías de seguridad para aquellos que saben o ven un delito.

A la par, podemos ayudar de inmediato como sociedad si le damos el lugar que le debe corresponder a la Policía y respetamos su autoridad, convencidos de que es la única forma en que podemos adoptar mejores hábitos de convivencia en la Ciudad de México y no por el miedo o el rechazo a la sanción, sino por compromiso con el respeto a la ley. Pedir que las reglas se apliquen siempre a otras personas o despreciar abiertamente la labor de la policía, solo fortalece a la delincuencia y le da la idea clara de que puede, si así necesita hacerlo, emboscar con armas de guerra a servidores públicos en una de las avenidas más importantes de esta capital.

Nuestra ausencia a favor de quienes sí hacen su trabajo, también envía el mensaje al crimen de que las y los buenos policías están solos y no cuentan ni siquiera con el mínimo reconocimiento de los ciudadanos que cuidan. Divididos, policía y sociedad, somos el blanco perfecto para quienes sí están organizados para perjudicarnos. Así que la próxima vez que pensemos contar con el derecho de faltarle el respeto, despreciar o humillar a un buen policía, recordemos que eso es precisamente lo que necesita el crimen para prosperar, aterrorizarnos, y quitar de en medio a quienes buscan mejorar nuestra seguridad.

Mis condolencias a las familias de los policías caídos en el cumplimiento de su deber, a la familia de la joven que perdió la vida y una pronta recuperación al secretario Omar García Harfuch. Lo vamos a necesitar más que nunca a cargo.

Por Luis Wertman Zaslav, Periódico Reforma, 28 de junio del 2020

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